lunes, 6 de julio de 2009

-Mesillas de noche.

-La de papá estaba en el lado más alejado de la puerta. Para llegar hasta ella debía rodear la cama.
-¿Cómo las llaman en España?, una vez me lo dijiste.
-Mesillas de noche.
-Eso, mesillas de noche. Mesitas de luz, como las llamamos en Argentina, tiene más sentido.
-Bueno, aquí tienen trajes de luces. Los toreros.
-¿Se iluminan en la oscuridad?
-No, brillan en la claridad.
-Tampoco parece que tenga demasiado sentido.
-Suponía que en los cajones de la mesita de luz de papá encontraría siempre cosas más interesantes que en los de mamá. Revisaba también la de mamá de vez en cuando. Era más sencillo, más aburrido y más previsible. La suya estaba cercana a la puerta de la habitación, pero no te podía ver desde fuera, debía entrar, te daba tiempo a cerrar el cajón, llegado el caso. La de papá estaba más expuesta, en cuanto entrabas a casa, si mirabas hacia la izquierda, podías verla, aún sin entrar al dormitorio. No es que en la mesita de luz de papá esperara encontrar repentinos tesoros extraordinarios. O sí, sí esperaba eso. En cualquier caso, parecían observarse ciertos sutilísimos cambios cada vez que hurgaba en ella. Cuando no se hacía presente una novedad fulgurante: dinero, un documento incomprensible y por ello inquietante, y, por supuesto, la primera vez que hallé la cajita. En la de mamá siempre había lo mismo y dispuesto del mismo modo. Parecía como si, en toda la casa, la única que no tuviera nada que ocultar fuera ella.
-Las madres carecen de misterio.
-Sí. Y tal vez cuenten con ello para llevar una apacible doble vida.
-¿Qué me quieres decir?
-Que los busqué en la mesita de luz de papá.
-Lógico. ¿Y los encontraste?
-Claro. Se llamaban Pantera.
-Tiene sentido, ¿ves?, esa marca de condones tiene sentido.

1 comentario:

  1. Qué divertido resulta comprobar que por el mundo hay gente que hace cosas que tu también haces (o hacías) y que no cuentas porque te parecía que estaban mal. Registrar los cajones de la mesilla de noche de mis padres era una aventura arriesgada, pero casi siempre obtenía alguna moneda que mi padre dejaba cuando vaciaba los bolsillos. Tal vez lo sabía, y era su regalo, porque creo recordar que nunca, nunca, preguntó por el dinero que desaparecía de su mesilla.

    Existe un cómic que me gusta mucho, se llama "Calvin & Hobbes", y su autor es Bill Watterson. En la introducción de uno de sus libros recopilatorios, el escritor que la hizo (no recuerdo su nombre) explicaba que Watterson era el dibujante de cómic que mejor dibujaba las mesillas de noche, o mesillas de luz. Lo que no hace es enseñarnos qué se guarda en los cajones.
    Salud, Blanco.

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