lunes, 19 de octubre de 2009

-No puedes necesitarlo.

-No lo consigo, papá.
-Tápate, hija.
-Perdona.
-Debes ocuparte más de ti. Estar pendiente de ti. Mírate.
-Me sé.
-¿Qué?
-No necesito mirarme.
-Deberías volver a vestirte. Vestirte y salir a la calle. Como si alguien te esperara. Como si alguien esperara verte bien. Debes dar señales de vida.
-Deberías oirte.
-Sólo quiero lo mejor para ti.
-Lo sé.
-Paciencia. Tiempo.
-No es eso. Sé lo que me falta.
-No puedes necesitarlo, hija.
-Crees que no debería necesitarlo, pero es lo único que me falta.
-Tienes todo el tiempo del mundo para recuperarte. La experiencia del secuestro ha sido terrible. Todos lo sabemos. Tu madre. Yo. Tienes toda nuestra comprensión.
-Lo tengo todo menos lo que necesito.
-No puedes necesitarlo.
-Cada día más.
-No puedes necesitar a ese hombre.
-Cada día.
-Ya han pasado seis meses. Tienes todo el tiempo del mundo, pero ya han pasado seis meses desde que pagamos el rescate. 
-...
-¿Cuánto tiempo necesitas para ponerte a olvidarlo, para comenzar a intentarlo, para volver ?
-Papá...
-Tápate, hija, por favor.
-Perdona.


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