-Sé que anduviste diciendo cosas de mí a mis espaldas.
-Pero dije cosas a tus espaldas de tu espalda.
-Esas cosas no se le cuentan a una amiga. A una amiga mía.
-Sabes que cuando hablo de tu espalda me desboco.
-Pues deberías mantener la boca cerrada.
-He cuidado el tono.
-No lo suficiente, a juzgar por el efecto que has causado en Paula.
-Es una chica muy excitable.
-No has estado precisamente sutil y poético.
-Me gusta hablar de tu
-No a mi amiga. Sabes cómo se pone. Y por eso lo haces.
-No hay intencionalidad. También le hablo a mis amigos de tu culo.
-Tampoco a tus amigos.
-Las fotos no se las he enseñado a nadie.
-¿Pretendes que te agradezca ese gesto de contención?
-No tienes nada que agradecerme.
-Me gusta que te guste. Lo sabes. Me gusta que te guste más a ti que a mí. Que finjas no apreciar su imperfección.
-Precisamente es lo que lo hace perfecto.
-Gracias, pero
-Es inspirador.
-Ya lo creo. A Paula le inspiras fiebre. No me gusta.
-Bueno, todo el mundo ha leído los poemas.
-Es otra cosa.
-Un reguerito de pelusa casi albina recorre el envés de su cuerpo.
-Sí, y también: Hay un oráculo dentro de túculo. Inspirador. Ya te lo dije. Hay muchas formas de cantarle a las formas de tu culo.
-De mi espalda.
-Sí, sí, eso, de tu espalda. De toda ella.
-...
-Tooodo él.
-Que quede entre nosotros.
-Vale. Él entre tú y yo.
-¿Lo prometes?
-Prometo dejar de darle tu espalda a todo el mundo.